Leyendas de Fuerteventura, El milagro de la Lámpara

El milagro de la Lámpara

De todos es conocida una de las Coplas de la Virgen de la Peña donde se cuenta el milagro que presenció Fray Santorcaz y San Diego de Alcalá:

Entrando en la Iglesia Fray Juan de San Torcaz para celebrar, encontró la lámpara sin aceite y apagada. Y, al no tener luz para encender las velas del altar, San Diego, que hacía de acólito, salió a buscar lumbre por aquellos alrededores. Con las manos vacías volvió a su Iglesia. Al entrar vio en el nicho de la Virgen de la Peña resplandores de misterio, y la lámpara encendida “con llama más que de antorcha”.

milagro de la lámparaEste relato milagroso es una tradición que se remonta al siglo IV donde diversas fuentes hablan de un asombroso milagro y que se conserva hoy en día en la iglesia ortodoxa.

Los primeros testimonios escritos por los peregrinos se remontan a la época carolingia, alrededor del 810. El monje latino Bernardo, en el s. IX, escribe:

El Sábado Santo, durante la Vigilia pascual, en el momento del servicio litúrgico matutino en la iglesia del Santo Sepulcro del Señor, el Patriarca pasa el fuego al Obispo y después a todo el pueblo, para que cada uno pueda encender este fuego en su propia casa.

Este milagro se describe en la iglesia católica relacionado con virgenes y santos, siendo muchas las similitudes  con la iglesia ortodoxa .

El milagro de la Lámpara o como es más conocido “El Milagro del Fuego Santo”, ocurre cada año desde hace siglos en La Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén,  el  día de Sábado de Pascua.

Ya en el año 1106 el abad ruso Daniel, en su peregrinación por tierra santa, presencia el “Milagro de la Luz Santa” y describe con todo detalle, como el Patriarca entra en la capilla-Sepulcro (la Anastasis), con dos velas apagadas. El Patriarca se arrodilla frente a la piedra, sobre la cual Cristo fue colocado después de Su Muerte, y dice ciertas oraciones, después de las cuales ocurre el milagro.

La Luz emana desde el centro de la piedra y después de un tiempo, enciende las lámparas de aceite apagadas, al igual que las dos velas del Patriarca. Esta Luz es “El Fuego Santo”, y se propaga a todas las personas presentes en la Iglesia.

Este relato lo describe el monje franciscano fray Diego Henríquez, contando que sucedió el sábado de cuaresma de 1698 en Fuerteventura, en la iglesia de la Virgen de la Peña. El milagro de la lámpara se narra de esta manera:

El año de 1698, sábado primero de cuaresma, pasando a la isla de Lanzarote el Padre Fr. Antonio Moreno, del Orden Seráfico de Menores, entró a visitar este Santuario, venerar la Celeste Reliquia y decir misa. Veneró la Santa Imagen, entró en la sacristía, vistióse las vestiduras sacerdotales, salió al altar sin advertir a la lámpara, hasta que llegando a ella el ministro a encender las candelas, la halló no sólo muerta sino sin aceite alguno. Fue necesario recurrir a aquellas casas vecinas al sacro Templo a traer la lumbre, y, en el ínterin se estuvo el Sacerdote en altar aumentando la debida preparación y recitando el Magníficat ante la Sagrada Imagen.

Tardóse el que fue a buscar la luz, y parece no la halló en alguna de las casas, disponiéndolo así el Cielo o para mayor gloria y realce del portento, o para que se fundase el milagro en la necesidad. El sacerdote, continuando su ejercicio en el altar, sintió le hería en los ojos una nueva y grande claridad, que le movió a  levantarlos, y vio lucir el nicho y sus velos con notable resplandor.

Torció la vista inquiriendo el origen de tanta claridad, y halló ardía la lámpara con llama más que de antorcha. Admiróse el portento, encendiéronse candelas y díjose la misa. Algunos dijeron que de la Sagrada Imagen salió un rayo de luz, que se encaminó a la lámpara, haciéndola arder con tanto lucimiento. Pero el ser visible o no, no es de mucha entidad cuando no se duda que sea de uno o del otro modo. También aquella material luz procedió con tan rara maravilla de la que es luz general de la Universal Iglesia: ardió la lámpara con aquella sobresaliente luz 24 horas, sino pasó algún tiempo más, sin aceite alguno y sí sólo con el agua que suele ocupar el vidrio, aclamando esta maravilla 36 personas, hombres y mugeres, que en aquella Vega (de Palma) habían  concurrido a oir misa y se hallaron presentes como oculares testigos

(DIEGO HENRIQUEZ: /. c, pág. 86 vt.).

Esta descripción del milagro de la lámpara la encontramos también en otros muchos pueblos. Las coincidencias son notables: tuvo lugar en el Sábado de Pascua, no se encuentra aceite para encender las lámparas para el oficio religioso y tras las plegarias la lámpara milagrosamente comienza a arder.

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