Molina de Juan Morera

En la turística localidad de Corralejo, al norte de Fuerteventura, se encuentra un lugar que no solo evoca el pasado cerealista de la isla, sino que también sirve como un punto de encuentro cultural y de ocio para vecinos y visitantes por igual: la Plaza de la Molina de Juan Morera.

Ubicada en la calle Pizarro, frente al conocido supermercado Hiperdino, esta encantadora plazuela alberga en su centro una pequeña molina que da nombre al enclave. Se trata de un tesoro etnográfico que nos transporta a épocas pasadas, recordándonos la importancia de la actividad molinera en la isla.

La molina en cuestión presenta un diseño típico, con cuatro aspas que se elevan hacia el cielo. Su construcción, realizada a principios de la década de 1940, sigue el prototipo tradicional: una planta rectangular edificada con mampostería de piedra y barro, revestida con mortero de cal. Esta estructura perdura como un símbolo del ingenio y la destreza de aquellos que la erigieron.

El origen de esta molina tiene sus raíces en la vecina isla de Lanzarote, donde se adquirió la riga teada necesaria para su construcción, mientras que la piedra molinera provino de Los Lajares. Fue montada por Rafael del Toro.

Tras ser adquirida porJuan Morera fueron sus hijos, Juan y Vicente, los que se dedicaron al oficio de molinero en Corralejo. Durante años, la molina fue un punto vital en la comunidad, procesando granos como millo, trigo, y legumbres, entre otros. Sin embargo, su funcionamiento llegó a su fin en 1957, dejando un legado que perdura en la memoria colectiva.

Una particularidad destacada de esta molina son las velas de sus aspas, las cuales fueron confeccionadas utilizando lienzos de muselina. Este tejido, conocido por ser ligero y resistente, se elabora típicamente con algodón. La elección de este material no solo garantizaba una durabilidad óptima, sino que también ofrecía la flexibilidad necesaria para permitir que las aspas se movieran libremente con el viento. De esta manera, la muselina se convirtió en la opción ideal para asegurar el funcionamiento eficiente de la molina, adaptándose perfectamente a las demandas de su entorno.

En la actualidad la Molina de Juan Morera está reconocida como Bien de Interés Cultural, lo que garantiza su preservación para las generaciones venideras. Más que un simple monumento histórico, esta molina es un símbolo vivo de la identidad y la tradición de Corralejo, recordándonos la importancia de valorar y proteger nuestro patrimonio cultural.

Cercano a esta molina se encuentran el molino Molino de Domingo Estévez y la Molina de Manolo Hierro

Características de las molinas

Las molinas, uno de los ingenios harineros más distintivos de Canarias, surgieron en La Palma en la segunda mitad del siglo XIX, bajo la inventiva de Isidoro Ortega Sánchez. Gracias a su versatilidad y facilidad de construcción, no tardaron en expandirse a otras islas. Las primeras molinas de Fuerteventura se levantaron en el último cuarto del mismo siglo.

Lo más notable de las molinas es su peculiar forma exterior y el número variable de aspas. Generalmente de planta rectangular y de una sola altura, estas estructuras pueden contar con entre 4 y 12 aspas, siempre en número par.

La torre de madera sostenía el mecanismo y se apoyaba en un pivote metálico que giraba sobre una plancha de hierro en el suelo. La maquinaria de molturación consistía en dos muelas, una tolva y una canaleja, similar a la de los molinos tradicionales.

En Fuerteventura, los molinos de viento harineros del “sistema Ortega” fueron adaptados a las condiciones eólicas específicas de la isla, así como a los materiales disponibles para su construcción, gracias a las modificaciones realizadas por carpinteros y artesanos locales.

Aunque funcionan de manera similar a los molinos tradicionales, las molinas presentan una maquinaria más simple y una apariencia exterior diferente. Su principal innovación radica en la consolidación de todas las actividades de molienda y manipulación del grano en una única planta, lo que proporcionó una ventaja sobre los molinos tradicionales, donde el molinero enfrentaba dificultades al tener que desplazarse entre múltiples plantas del edificio.

Además, las molinas destacan por su “portabilidad”. En caso necesario, los propietarios podían trasladar la torre y la maquinaria de molienda a una nueva edificación con relativa facilidad, ofreciendo una flexibilidad que los molinos tradicionales no tenían.

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