
A lo largo de toda la isla de Fuerteventura se levantan un buen puñado de molinos, molinas, eras, e incluso alguna cilla, que reflejan el fructífero pasado cerealista que tuvo la isla, y que hizo que la Maxorata fuera conocida como “El Granero de Canarias”.
Entre los molinos más antiguos que quedan en pie, se encuentra, en el pueblo pesquero de Corralejo, el Molino de Domingo Estévez, restaurado en 2015.
El Molino de Domingo Estévez se localiza presidiendo una placeta entre las calles Pizarro, Isaac Peral y Baja del Mejillón, en el mismo lugar donde se erigió, allá por finales del siglo XIX.
El enclave que eligió D. Domingo, para construir el molino, era un tablero de jable, el mejor lugar del pueblo para que las aspas del molino, pudieran captar la fuerza de los vientos alisios, constantes por la zona casi todo el año.
Domingo Estévez Rodríguez nació en 1878 en la isla vecina de Lanzarote. Se casó joven, como era costumbre en la época, y tuvo con su esposa, Felisa González de Armas, cuatro hijos. Domingo fue un emprendedor que no se conformó solo con vivir de su profesión, carpintero de ribera (dedicado a la elaboración de barcos), sino que además se hizo con una pequeña flotilla de barcos, con las que realizaba el comercio entre las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Tenía además cultivos, cabras, y fue el primer molinero de Corralejo.
Molino de Domingo Estévez
El Molino de Domingo Estévez, es un molino de viento tradicional, construido de manera artesanal con piedra, barro y cal.
Es de planta circular, de desarrollo troncocónico y a pesar de que tiene dos plantas de alzada, es uno de los molinos harineros más pequeños que existen en Fuerteventura.
En el piso inferior se almacenaba el grano y se guardaban las herramientas y los útiles que empleaba el molinero. Mientras que en el piso superior se encuentra la maquinaria de molturación. Para acceder al piso superior se utiliza una escalera de madera colocada en el exterior.
Coronando el molino se encuentra una cubierta cónica de madera, bajo la que se sitúan la rueda dentada con su eje, el husillo y las aspas.
La orientación del rotor de aspas hacia los vientos dominantes se realizaba por medio de un eje o timón de madera, que se sitúa en el extremo opuesto del rotor de aspas y que posibilita el giro de 360º de la cubierta cónica.

Una de las peculiaridades del Molino de Domingo Estévez, son sus cuatro aspas. Estas estaban constituidas por una estructura de madera sobre la que se colocaban tablas de madera rectangulares, de diferentes tamaños que hacían de velas, y se encajaban en unos pernos de madera. El número de tablillas que se colocaban o quitaban, era a voluntad, e iban en función de la cantidad de viento que hiciera en cada momento. Cuanto menor fuese la fuerza del viento más tablillas había que colocar para poder mover la maquinaria de molturación del molino.
La maquinaria de molturación del molino de Domingo Estévez estaba elaboraba principalmente de madera, aunque también contaba con piezas de hierro, configurando un complejo engranaje, cuya función era multiplicar la fuerza del giro de las aspas y transmitirla a la piedra móvil, o moliente y producir la molienda.
Las aspas, impulsadas por la fuerza del viento hacían girar una rueda dentada que, a su vez, movía un carrete circular llamado husillo. Éste enlazaba con la piedra moliente, a través de un eje metálico incrustado en una pieza rectangular de hierro, llamada lavija, adherida a la cara interna de esta muela. El eje transmitía el movimiento a la muela superior, haciéndola girar sobre la inferior, produciendo la trituración del grano.
El proceso de molienda se realizaba vertiendo el grano en la tolva, de aquí pasaba a la canaleja, que lo conducía hasta las muelas. La harina o gofio resultante caía al piso inferior, donde se recogía en sacas y costales
El Molino de Domingo Estévez quedó en desuso a finales de los años 70 del pasado siglo, unos años antes que lo hicieran otras dos molinas de Corralejo, la de Manolo Hierro, y la de Juan Morera. En los años 80 la familia de Domingo Estévez vendió el molino, y tras varios propietarios llegó a manos del belga Beckelar. Posteriormente el ayuntamiento de la Oliva adquirió el solar, donde se asienta el molino, y junto con el Cabildo de Fuerteventura restauraron este molino para uso y disfrute de todos los majoreros y curiosos que vienen a visitar este rincón de Corralejo.
El Molino de Domingo Estévez está considerado como B.I.C ( Bien de Interés Cultural) desde 1994.