El Cacao de La Virgen – Leyendas de Fuerteventura

El Cacao de La Virgen –  Leyendas de Fuerteventura.

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Fuerteventura no es tan prolífica como otras de las islas del archipielago en cuentos, leyendas prehispánicas o posteriores a la llegada de los conquistadores a las islas.  Sin embargo contamos con algunas historias documentadas, que al ir mezclandose con la tradición oral lo convierten en fascinantes relatos, entre los que destacan los milagros de la Virgen de La Peña.

El Cacao de La Virgen.

El año de 1661 se embarcó a Indias Don Antonio Matheo de Cabrera natural de Fuerteventura, devoto de esta Señora de la Peña.
Llegó a Caracas y de allí, haciendo viaje a Veracruz, entre otros generososvendibles embarcó algunas cargas de cacao, que es la especie más común al comercio de aquel puerto al otro.

Señalólas a todas con su conocible marca, señalando con diversa señal una de aquellas cargas de cacao que separó y dedicó a nuestra Señora de la Peña, su devota.

Aprestóse la embarcación y, habiendo navegado algunos días con tiempo favorable, les sobrevino tan fuerte y horrorosa tempestad, que les fue inescusable, para librar sus vidas, alijar al mar la mayor parte de peso para aliviar la embarcación, que es en estos lances el remedio común.

Pero en éste lo muy particular fue, que, arrojando al mar entre las otras la carga de cacao de nuestra Señora de la Peña, conocida por su singular señal o marca, vino un golpe de mar que lo volvió a restituir dentro del navío. Segunda vez los marineros lo vertieron al mar ignorando su dueño, pero el mar, que no ignora cuyo era, segunda vez lo introduce en el navio.

El devoto Don Antonio, que estaba a la vista de este caso, como quién estaba en él, viendo el prodigio, clamó por el favor de su cordial devota encomendándose en el poderoso auxilio de nuestra Señora de la Peña y halló tan favorable sus piadosas entrañas, que quitó luego la tormenta dándoles tan favorable viento como pudieran desear para conseguir su viaje.

Llegaron con felicidad a Veracruz donde vendió el cacao que tenía ofrecido a nuestra Señora, y de su procedido y de la mitad de las ganancias de los demás empleos que desde entonces ofreció a esta Santa Imagen, le mandó un terno y frontal de tela verde con guarnición de cuchillejo de oro fino, otro de lana encamada, alba de oían con ricas puntas, corporales, manteles, una lámpara grande curiosamente labrada que sirve de presente al culto y aseo de esta sacra Imagen, altar y templo».

Fuente: Diego Henrique en su libro Fuerteventura.

Desde la Habana, Antonio Matheo de Cabrer, remitió dos lámparas votivas a su isla de nacimiento, ambas con inscripciones dedicatorias con indicación de su donante, destino y año. La del santuario de la Peña dice así: ESTA LAN[PAR]A ES P[AR]A Na Sa De La PEÑA La D[i]o Dn ANT[ONI]O MATheo CABR[ER]A ANO D 1704; mientras que la del exconvento de San Buenaventura, fechada dos décadas después, lleva la siguiente leyenda: ESTA LANPARA DIO ANTo MATHEO CAB[RER]A, AL CONBENTO DE SN BVENABEN- TVRA ANO DE 1727.

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