Si el otro día nos acercamos al pico de la Fortaleza, uno de los enclaves más significativos del municipio de Puerto del Rosario, hoy nos vamos a otro enclave cercano, a la degollada y el morro de Facay.
El morro y la degollada de Facay corren paralelos a la costa majorera. Se localizan entre las elevaciones de Montaña Martínez y Morro Bermejo. Todas ellas pertenecen al sistema de cuchillos centro-orientales de Fuerteventura, que separan el Valle de Tetir de Tefía.
El topónimo de Facay o Afacay hace alusión a uno de los reyes mahos anteriores a la conquista franco-normanda.
Antes de seguir permítanme una puntualización. Estamos acostumbrados a leer y escuchar que, Fuerteventura, estaba dividida en dos reinos cuando llegaron los europeos a la isla, el de Guise y el de Ayose. Sin embargo, deberíamos de hablar de demarcaciones territoriales o jefaturas duales. Estos territorios estaban gobernados por jefes tribales, valientes guerreros o altahay. Eran mantenedores de la estructura socioeconómica de su demarcación, ya fuese con la defensa del territorio o con el aprovisionamiento de pastos, ganado, agua, etc. Estos jefes contaban a su vez con otros altahay de confianza.
Los nombres de los altahay más relevantes se han mantenido de una forma u otra en el acervo popular de Fuerteventura. Uno de los guerreros más conocidos durante la conquista normanda fue el gigante Mahan, enterrado bajo la montaña Cardón, pero hubo otros.
Como comentamos, un poco más arriba, el topónimo de Facay hace alusión, según cuenta la tradición oral, a que en esta zona, vivía el valeroso guerrero Facay con su familia. El nombre de una de sus hijas, “Iján”, también ha transcendido hasta nuestros días, denominándose así a la fuente cercana de la que se abastecía la familia.
En la Degollada de Facay, se localizan dos estructuras adosadas, de época prehispánica, con planta de tendencia circular.
Tras la conquista castellana las fuentes de Iján y Afacay, dos manantiales realengos, se dispusieron solo para el consumo humano. Estaban, además, preparadas con sus estanques. Estos dos nacientes junto con el de Tasagote, en las inmediaciones de La Matilla, eran vigilados continuamente por los vecinos y las autoridades para impedir que en ellas se lavara o se llevara a beber al ganado. Son varias las disposiciones del Cabildo de Fuerteventura en las que se advierte que ni se laven ropas ni se lleven animales a dichas fuentes.
Legajo 2, f. 46, 15 Julio 1625. Villa de Betancuria
(…)
Acordaron se limpie el camino de Agua de Palomas a costa de las personas que tienen camellos en esta Villa, y se mande que ningún vecino dé de beber a ganado alguno ni se lave en las fuentes de Iján ni Afacay bajo la pena de dieciocho reales y medio.
Pero, al parecer los vecinos seguían llevando los animales a los manantiales de Tefía.
Legajo 2, f. 201, 15 Julio 1634 Villa de Betancuria.
Por cuanto contraviniendo la costumbre, los vecinos traen los ganados cabríos, vacunos, ovejunos y camellares a beber a las fuentes de Tababaire, Iján, Tagasote y Afacay, que están reservadas a los vecinos, y otras personas lavan ropa, mandaron no lo hagan y solo se saque agua de ellas para las casas y bestias de saca y trilla, so pena de 1000 maravedíes.
En los acuerdos del Cabildo, también se encuentran los edictos que ordenaban cuando y quienes eran los encargados de limpiar las fuentes de Iján y Afacay. Veamos un ejemplo.
Legajo 2, f. 20, 10 Abril 1624. Villa de Betancuria.
(…)
El día 16 se limpiarán las fuentes de Ijan y Afacay por los vecinos de Matilla, Bizco, Malpaisejo, Tefía y Tindaya, asistiendo Luis Perdomo.
La palabra facay está estrechamente relacionada con la religiosidad. Por un lado, los árabes llevados ante la inquisición, en el siglo XVI, solían decir: “AcabyaAb-facay”, que se puede traducir como: “Dios, perdóname mis pecados”.
Por otro lado, Abreu Galindo contó que, en Gran Canaria, los facays eran personas respetadas, y tenían función de sacerdotes dentro de la comunidad aborigen.
(…) Tenían lugares públicos fuera de los pueblos donde hacían sus desafíos, que era un compás cercado de pared de piedra, y hecha una plaza alta donde pudiesen ser vistos. La orden que tenían queriendo salir al desafío era pedir licencia a los doce consejeros de la guerra, que llamaban Gayres, y había seis en Telde, y otros seis en Galdar, con cada guanarteme: a este consejo llamaban Sabor: los cuales la concedían con facilidad, y después iban al Facay para que la confirmase.
En la sociedad amazighe de Gran Canaria, el faicán era un alto dignatario que desempeñaba funciones religiosas, judiciales y culturales. Hasta nosotros han llegado varios vocablos para referirse a los faicanes de Gran Canaria, entre ellos la palabra facay. Dejamos otro escrito de Abreu Galindo.
“el capitán Pedro Chimida les supo tan bien atraer a su voluntad, que hizo con los canarios que, arrepentidos de lo hecho, entrasen en acuerdo. Y determinaron que de toda la isla (Gran Canaria) se juntasen con los guanartemes, los gayres y los facays y los más principales de los pueblos, y se fuesen a pedir perdón de todo lo hecho a Diego de Herrera y le besasen la mano y le diesen la obediencia, y que le llevasen todos los cautivos que tenían y los rehenes”.