¡Viva Fuerteventura!
Paseando por Montaña Roja, en el municipio de la Oliva, donde se divisa abajo su dehesa, me viene a la memoria todo lo leído sobre el modo de vida de los vecinos de esta zona siglos atrás. Sus habitantes, exceptuando los señores y propietarios de las tierras, vivían en un sistema anclado en el feudalismo hasta bien entrado el siglo XIX. También me imagino como un grupo de hombres armados con poco más que palos y cuchillos se levantaron, el 5 de agosto de 1829, contra el poder establecido, en defensa de la dehesa de Guriame, gritando, ¡Viva Fuerteventura!.
El motín de Guriame fue un levantamiento por parte de los habitantes de Villaverde, La Oliva y Lajares durante 1829, que está estrechamente relacionado con el uso y aprovechamiento comunal de la dehesa de Guriame.
La dehesa de Guriame forma parte del término de Mascona, zona de pastos de costa de la isla, que se encuentra separada de los demás terrenos cultivables mediante una pared de piedra.
Esta zona era considerada por los vecinos como comunal, y en ella el ganado menor podía pastar, mientras las mieses estaban en el campo.
Sin embargo, los arrendatarios de las dehesas consideraban que estos pastos eran suyos. El señorío de Fuerteventura lo hace propio, y así queda reflejado en el testamento otorgado el 28 de octubre de 1610 por don Gonzalo Arias y Saavedra, señor territorial de la isla.
Escritura inserta en Acta de Posesión de él por D. Fernando Mathías Arias y Saavedra en 1675
Ytem la Jurisdición que me toca y pertenece en la Ysla de Lanzarote, como Señor de ella, con las rentas que me tocan de los Quintos e cosechas de las orchillas.
Ytem el término de Guriame, con sus cabañas donde se hace el probecho del ganado que en la dicha Deheza está, que llaman Baiñe y las Atalayas con tres rosas de bevederos y sus aguas e acogidas, con la fuente e posuelo de dicho término.
Ytem ochocientas cabras que están en dicho término de Guriame, con que se a de criar en él.
Desde la fundación del mayorazgo y hasta el siglo XIX, los distintos poseedores fueron recogiendo la orchilla y demás frutos que la dehesa producía, sin rendir cuentas a nadie.
El litigio por el aprovechamiento de este espacio comienza con la constitución de 1813, y un decreto que insta a cercar y acotar las propiedades particulares. Desde la conquista, la isla está bajo el dominio de los señoríos, y son estos, los que se adjudican libremente unos espacios para que pasten sus ganados, así como para la recolección de orchilla, barrilla y cosco.
Desde 1823 los vecinos empiezan a litigar con los señoríos para que estas tierras sigan siendo comunales. En 1823 Elena Sebastiana Benítez de Lugo y Saavedra, vecina de la Orotava arrienda la dehesa a los lanzaroteños Domingo García del Corral y Manuel García del Corral. Estos dos hermanos son los que prohiben que entre ganado que no sea de su propiedad, no permiten que se puedan hacer cabañas, ni se pueda recoger barrilla, orchilla, ni cosco en la dehesa.
Estas prohibiciones son las que colman la paciencia de los vecinos de La Oliva, Villaverde, Lajares, y el Tostón. Los alcaldes de los pueblos convocan a los vecinos para comenzar una serie de litigios, ya que los hermanos Corral no eran los propietarios de la dehesa, por lo que no podían disponer sobre la misma. Por otro lado también denunciaban que las lindes de la dehesa se habían aumentado exageradamente desde 1610, y reivindicaban el derecho a hacer una cabaña en la dehesa donde pastaba el ganado libremente. Cada pastor fabricaba una choza que le servía de abrigo, para ordeñar el ganado y hacer el queso. Desde antiguo, este derecho se consideró común a todos los vecinos.
En marzo de 1828 el juez ordinario de Fuerteventura y la Real Audiencia de Canarias en 1829, fallan a favor de los hermanos Garcia Corral, y condena a los que se llevaron cosco que le devuelvan la mitad de lo sustraído a los lanzaroteños.
El fracaso del pueblo ante los tribunales es el origen del tumulto que se formó el 5 de agosto de 1829. A las 14:30 de dicho día llegaron entre 400-500 hombres armados con garrotes y al son de ¡Viva Fuerteventura!, a la casa de Manuel García del Corral, con la intención de expulsarlo de la isla, y exigir la entrega de todos los papeles relacionados con la dehesa. Sin embargo al no haber en Corralejo barco para devolver a García del Corral a Lanzarote, deciden en la medianoche que redacte en la ermita de San Vicente de Villaverde, un documento en el que renuncie a los derechos de la dehesa.
En la madrugada la tropa ya estaba “a tiro de fusil” de los amotinados. Tres veces tuvo que mandar Francisco Manrique de Lara, Coronel-Gobernador de Fuerteventura, a un subordinado para que los amotinados depusieran su actitud.
García del Corral fue liberado y el tumulto disuelto. Esa misma noche las tropas no consiguieron apresar a ningún amotinado. Meses más tarde las autoridades se cobran su peaje, deteniendo a 20 ciudadanos entre los que figuran el alcalde y el personero de Villaverde, así como el personero de la Oliva. Todos fueron llevados a las torres del Tostón en el Cotillo y al de San Buenaventura en caleta de Fuste, que hacían de cárcel. A los apresados se les embargaron los bienes para asegurar el sustento de la tropa y demás costas. El alcalde de Villaverde D. Manuel Guerra fue liberado de la cárcel real de las Palmas en 1833.
Aunque el motín tuvo graves consecuencias, y el litigio por la dehesa de Guriamen no se resolvió hasta 1845, no podemos olvidar que un grupo de personas, el eslabón más débil de la sociedad, luchó hasta sus últimas consecuencias por una gran injusticia. Así que nosotros también hoy gritamos ¡Viva Fuerteventura!.