Los socos
En Fuerteventura son conocidos como “socos” o “zocos” los refugios de piedra utilizados por los pastores para pernoctar o para resguardarse de las inclemencias del tiempo. Estos refugios se encontraban en puntos de buena visibilidad de las zonas y rutas más frecuentadas por los rebaño y, aunque era usual utilizar pequeñas cuevas e incluso grietas volcánicas, lo más habitual era recurrir a los socos.
Podemos describir los socos como pequeñas construcciones fabricadas por la superposición de piedras. Estos refugios eran de diferentes tipos, los había cuadrangulares, circulares, semicirculares, ovales… Muchos de estos socos no poseían techo debido a su fragilidad ante los vientos alisios dominantes en Fuerteventura. Estos vientos son los responsables de la orientación de casi todos estos refugios. La insolación era contrarrestada por los pastores aprovechando las sombras que van apareciendo al avanzar el día por la disposición de las paredes.
Las lluvias en Fuerteventura son irregulares y escasas, pero en numerosas ocasiones de carácter torrencial, en estos casos los pastores dotaban al refugio de cubiertas rudimentarias que fabricaban con arbustos y maderos que recogían de terrenos cercanos.
Cuando los socos se encontraban próximos a zonas de malpaís o en lugares demasiado ventosos, se prefería dotar a estos refugios de una cubierta abovedada con piedra volcánica.
En algunos de los socos que todavía existen en Fuerteventura, se han encontrado piedras con grabados geométricos que eran utilizadas como juegos por los pastores majoreros.
Próximas a estas edificaciones de los pastores era frecuente encontrar “gateras”. En estas gateras, fabricadas con piedras y techadas con arbustos, los pastores ponían las cabras paridas con las crías, durante algo más de una semana, para evitar que los cuervos o los perros salvajes, matasen a los baifos. Cuando no había espacio suficiente para que permaneciese la cabra con la cría, los recintos se denominaban “goires” o “toriles” y en ellos se introducían exclusivamente los baifos recién nacidos.
En el sendero que sube hasta la Montaña de la Muda aun se conservan uno de estos socos y varias gateras, además de una gambuesa.