El Perinquén

El Perinquén

El Perinquén

El Perinquén

El Perinquén es una de las obras que pertenecen al parque escultórico de Puerto del Rosario. Realizada en el año 2002 por el artista leonés Amancio González, esta obra escultórica que actualmente podemos encontrar en la confluencia de las calles Juan Tadeo Cabrera y la calle Juan Peñate de la capital majorera, está realizada en madera de morera y tiene unas dimensiones de 363 cm. x 120 cm. x 120 cm. El artista ha enmarcado la obra con una estructura de madera, que se limita a crear el espacio alrededor de la figura. Un espacio con el que la figura interactúa y dialoga.
El título de “Perinquén” consigue que el observador juegue a encontrar a este pequeño reptil dentro de su creación.

Amancio González es uno de los máximos exponentes en España del “expresionismo figurativo”. El autor incorpora al conjunto de su obra una condición metalingüística, que permite reflexionar acerca del espacio mismo y del lugar que ocupa el ser humano dentro de él.
Gran parte de sus piezas reflexionan sobre el espacio porque constituyen en sí mismas un espacio metafórico. Crean así su propia poética discursiva, ensimismadas en su propio decir y en saberse lenguaje.
Sus figuras concretas e identificables, que casi siempre encarnan al mismo personaje a través del desnudo masculino, acaban por cuestionar el propio lugar que habitan dentro de la escultura misma.
Amancio González ha aportado otras obras al parque escultórico de Puerto del Rosario, entre ellas Fuente de La Explanada, Dos figuras sentadas,
Según Antonio Gamoneda

De las moreras abrasadas por la luz, las visitadas por serpientes ciegas;
de los pinares inmóviles en el espesor del pasado;
de los grandes perales en cuyos frutos se alimentan pájaros invisibles
y de los fresnos temblorosos
surge la musculatura encendida en cifras incomprensibles, las que se desprenden de la serenidad y del dolor;
surge el bañista indeciso sobre el hermano amortajado en su propia luz;
surge el monstruo arrodillado ante sí mismo, el espectador del vértigo;
surge el ser silencioso, el conocedor de abismos habitados por los grandes bífidos y por los ancianos en cuyas venas hierve la misericordia;
surge el ser pensativo en su propia blancura y en la tristeza de sus genitales;
surge el ser andariego, el que lleva en sus brazos al animal herido por presagios;
surge el gigante insomne, el enloquecido por los astros y atormentado por la geometría.
Amancio: tú hieres y acaricias la madera en nombre de la libertad;
tú sueñas en el interior del bronce y en las celdas graníticas,
amas el resplandor de los cuchillos, entras en las arterias vegetales,
creas al mismo tiempo el resplandor y la sombra,
llevas la vida al interior de la muerte.
Tú atraviesas olvido y conduces relámpagos a la quietud. Así, en tus manos,
la madera es sagrada.

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