Pueblos de Fuerteventura, Agua de Bueyes

Agua de Bueyes

 

Agua de Bueyes

Agua de Bueyes

Entre Tiscamanita y Valles de Ortega encontramos el pueblo de Agua de Bueyes. Pertenece al término municipal de Antigua y se encuentra situado en la cuenca  hidrográfica cerrada de Agua de Bueyes, que se formó por las erupciones volcánicas recientes. En esta cuenca hidrográfica se localiza la Caldera de Gairía.

Su ermita, bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, fue fundada por Doña María Gutiérrez en el año 1642. Se encuentra situada en la ladera de una montaña por el deseo de que se pudiese ver desde cualquier punto de Agua de Bueyes, y en su origen, fue un edificio alejado de las casas del pueblo, aunque en la actualidad se encuentran próximas a ella la escuela y casas de los maestros y el Centro Cultural.

Agua de Bueyes es un pueblo que se dedicó al cultivo de cereales  y cochinilla (parásito de las tuneras utilizado para obtener tintes) en épocas  pasadas, tal y como se observa aun en su paisaje. Existen gavías bien conservadas, tuneras que reflejan el antiguo cultivo de la cochinilla, algibes, aeromotores… que recuerdan el pasado agrícola del pueblo. También se aprecian los socavones o mordidas que los habitantes de Tiscamanita y Agua de Bueyes realizaron en la parte sureste del cono volcánico de la Caldera de Gairía para extraer picón con el que elaboraban sus enarenados. Este picón se transportaba hasta las parcelas de cultivo mediante burros y camellos.

Existen referencias a los huertos de Agua de Bueyes en los antiguos protocolos de Fuerteventura que datan del año 1602.
Los  cereales se  cultivaban principalmente en las vegas, aunque también se sembraban en las tierras rozadas o «rosas». Según se refleja en los acuerdos del Cabildo existían vegas en La Matilla, en Tetir, en Río de Palmas, en Tiscamanita, en Agua Salada, en Agua de Bueyes, en el Valle de Santa Inés y en el Llano.

El Cabildo era el responsable de delimitar aquellas tierras en las que se podía sembrar, y de las que debía mantenerse el ganado alejado. Para conseguir que el ganado no entrase en las tierras de cultivo se cercaban con muros de piedra que se definían en el Libro de Rayas del Cabildo.

 Los ganaderos y los agricultores estaban enfrentados por el cercado de las tierras para el cultivo. Por un lado, su existencia suponía  a los ganaderos un menor número de pastos para el ganado no estabulado y, por otro lado, los agricultores querían evitar a toda costa que este ganado (cabras, ovejas, e incluso camellos) entrase en sus tierras  y mermase sus cosechas. Existían guardas que se ocupaban de vigilar las tierras para que el ganado no entrase en ellas, estos guardas recibían un salario por parte de los agricultores según la productividad de sus tierras. En 1664, según se recoge en los Acuerdos del Cabildo los vecinos de Agua de Bueyes dan como salario al guarda una fanega de cereal por cada cuarenta recogidas.

Las tierras de Agua de Bueyes, junto con las del Valle de Santa Inés fueron las propiedades de Fuerteventura que alcanzaron mayor valor durante el siglo XVIII.

Estas huertas acompañadas con agua y casas fueron muy deseadas por el grupo de poder, que aprovechó los momentos de  crisis para comprar las tierras de mayor productividad de la isla a precios más bajos. Dentro de este grupo, el capitán Francisco Martínez de Goias que desempeñó entre otros los cargos de regidor, depositario del arca de Quintos y familiar del Santo Oficio, invirtió en la compra de huertas en Agua de Bueyes 7.630 reales. En el año 1721 el capitán Goias adquirió una huerta en Agua de Bueyes, en nombre de su cuñado y sus sobrinos por un precio total de 4.250 reales más 250 reales de tributo.

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