En el entorno de la capital majorera, entre los barrancos del Río Cabras y el de Jaifa, se alzan unos pequeños cerros de perfiles redondeados conocidos desde antiguo como Lomo Lezque.
El topónimo de Lezque cuenta con algunas variaciones como son: Lesque, Lesques y Esque, todas ellas relacionadas fonéticamente con el vocablo aborigen “esque”, que se puede traducir como “casa de piedra seca”. Pero, a su vez, podrían estar conectadas con la palabra “efequén”, que es cómo los mahos llamaban a sus templos sagrados.
Los templos, donde los maxies realizaban sus ofrendas, eran estructuras de varios metros de diámetro, elaboradas con piedras. Colocaban una sola hilada de piedras hincadas a modo de círculo u ovoide, sin que constituyesen una pared, por lo que, generalmente, las piedras están sueltas.
El asentamiento de Lomo Lezque estaba en mejor estado de conservación a mediados del siglo XX, cuando Jiménez Sánchez lo visitó. Él ya mencionó que las Lomadas de Lesque estaban compuestas por viviendas, tagoros, efequén o santuario, enterramientos, gambuesas y concheros.
Parece ser que Lomo Lesque fue, desde tiempos de la preconquista, un asentamiento donde confluían varios factores, entre ellos, los de carácter religioso y ganadero, pero también el de control del territorio, pues se localiza en un lugar elevado cerca del mar. Desde esta posición se domina buena parte de la costa Este majorera, pudiendo dar la voz de alarma, a los habitantes más cercanos, en caso de ataque enemigo.
Por el material arqueológico que se registra en superficie no parece que el lugar se destinara a una ocupación permanente de larga duración.
El conjunto arqueológico de Lomos de Lezque está protagonizado por una gran construcción central, de planta circular, de unos 10 metros de diámetro, bastante compleja. Sus muros se alzan a más de un metro de altura y está constituido por varias dependencias. El espacio ha sido reutilizado y readaptado desde tiempos inmemoriales hasta la actualidad. No se ha podido dilucidar, por ahora, cuál fue su función primigenia ni cuando se construyó.
Al Oeste de la zona central hay un espacio, de poco más de 230 metros cuadrados, con varias estructuras pétreas de dos tipos. Unas son de tendencia rectangular marcadas por una hilera de piedras, que por sus características y dimensiones, aproximadamente 2 metros de largo por 90 centímetros de ancho, suelen atribuirse a la arqueología funeraria, a las denominadas cistas. Sin embargo, los estudios arqueológicos realizados por María del Carmen del Arco Aguilar y su equipo, en 2010, llegaron a la conclusión de que “no pueden ser consideradas como cistas o lugares funerarios”.
Las otras estructuras, del área Oeste, son de tendencia circular, elaboradas de muretes que encajarían con los enterramientos tumulares. Comenta la historiadora Arco Aguilar que este conjunto está formado por
“12 estructuras superficiales de piedras, de escasa altura, que muestran diseños geométricos de forma circular, oval, con desarrollo de distintas hileras de piedras, a veces muros concéntricos, espacios internos libres de piedras o en diseños más complejo con semicírculos adosados”.
En el interior de las estructuras circulares se han encontrado tanto malacofauna como indicios de combustión de plantas no leñosas, entre ellas las aulagas o espinos, abundantes por la zona. Estas hogueras, de entre 40 y 80 centímetros de diámetro, eran unas pequeñas cubetas circulares excavadas en el mismo suelo hasta llegar a la zona más dura, el caliche. En algunas de ellas han aparecido piedras hincadas a modo de estelas. La ubicación de las piedras hincadas y su orientación se puede interpretar como una manera de proteger el fuego de los vientos dominantes.
Lo más curioso de estas hogueras ha sido la ausencia de actividad cotidiana, como pudiera ser la elaboración de alimentos. Al parecer se limitaban al encendido del fuego y su mantenimiento.
En el yacimiento arqueológico de Lomos de Lezque han salido a la luz restos cerámicos hechos a mano y otros a torno, en la misma estratigrafía. Esto podría indicar una relación más estrecha entre los aborígenes de Fuerteventura y otros pueblos como fenicios, púnicos, y romanos, que pasaron por nuestros mares antes de la conquista europea del siglo XV.
El hecho de que Lomo Lesque tuviera cerca agua, buenos pastos, y una zona de fácil desembarco como es el puerto de Tegurame, hace pensar a algunos investigadores como la arqueóloga María Antonia Perera Betancort que Lomo Lesque pudo ser uno de los primeros enclaves de Fuerteventura donde probablemente se estableciesen, de manera momentánea, los mahos.
Bibliografía principal:
- Algunas construcciones de la Prehistoria de Fuerteventura. Sobre el llamado «Megalitismo» de la isla. Autor: Demetrio Castro Alfín
- Lomo Lezque (Puerto Del Rosario, Fuerteventura). Primeros Trabajos Arqueológicos. Autores: María del Carmen del Arco Aguilar, María Mercedes del Arco Aguilar, María Candelaria Rosario Adrián, Carmen Benito Mateo, Mercedes Martín Oval, José Domingo Acosta Peña, Rafael González Antón y Miguel Ángel Martín Díaz.
¿Podían tener las hogueras la función de avisar de posibles peligros?