El trabajo con palma en Fuerteventura
En Fuerteventura el trabajo artesanal de la palma se realiza fundamentalmente con la Palmera Canaria (Phoenix Canariensis), una especie endémica que se encuentra en distinta medida en todas las islas mayores del archipiélago, y que puede llegar a vivir unos 200 años.
Actualmente la palmera canaria se encuentra en pocos lugares de Fuerteventura, entre ellos el Palmeral del Parque Rural de Betancuria, que destaca por ser uno de los últimos reductos de la palmera canaria, Vega de Río Palmas, Antigua, Tuineje y Pájara. Sin embargo, esta especie era muy abundante en la isla cuando llegaron los conquistadores.
En Le Canarien se refleja su presencia al relatar la llegada de Gadifer al valle del Río Palmas:
Y cuando se ha pasado al otro lado, se encuentra un valle hermoso y llano y muy agradable. En que habrá unas 900 palmas que dan sombra al valle, con arroyos de agua que corren por en medio, y las palmas están por grupos de 100 a 120, y son tan altas como mástiles, de más de 20 brazas de altura, tan verdes, tan enramadas y tan cargadas de dátiles que da gusto mirarlas.
La Palmera Canaria ha sido cultivada desde la antigüedad por ser un árbol de diverso aprovechamiento. Sus hojas se utilizaron y se utilizan para la manufacturación de cestería. Los troncos se emplearon para hacer las techumbres y asientos de las casas como podemos comprobar, aun hoy en día, en las casas abandonadas del Pago de La Florida.
La población aborigen de Fuerteventura también debió de utilizar las hojas de palma para la fabricación de diversos artículos cotidianos como tejidos, esteras, bolsas, cuerdas o recipientes.
Después de la conquista los colonizadores que se asentaron en la isla aportaron las tradiciones del trabajo con palma de sus lugares de origen, esto hizo de la artesania en palma de Fuerteventura una versión cosmopolita adaptada a las particularidades de la tierra.
Para la recolección de las hojas de palma existen dos variantes: la recolección de las nuevas hojas de color blanco, aun sin abrir, denominadas palmito y que se localizan en el interior del centro de la copa de la palmera; y la recolección de las hojas verdes crecidas y abiertas que se realiza durante el mes de junio.
La preparación de las hojas de palma se realiza de forma diferente para el palmito y la hoja en verde.
– La palma blanca o palmito se abre uno a uno, extendiéndose al sol y al rocío de la noche en el suelo, patios o tejados de las casas. Es necesario dar vueltas a las ramas todos los días para que vayan adquiriendo el color blanco de manera uniforme.
– La palma verde se tiende al sol tras haberla cortado, después se deshoja (despirganarlas), separando las pínulas o foliolos del raquis de la hoja, y agrupándolos por tamaños en manojos de cincuenta o sesenta. Cuando están totalmente secos y quitados los extremos o estillas, se conservan amontonados para trabajar con ellos cuando se quiera.
El trabajo de la palma ha sido realizado, en general, por mujeres, que lo compartían, a veces, con los trabajos agrícolas o ganaderos, y siempre con las labores domésticas.
Entre los objetos más representativos que las estereras realizaban encontramos:
– Sera o empleita (moldes de palma trenzada utilizados en la elaboración del queso). Las estereras trabajan con gran destreza el palmito, haciendo las empleitas con las que elaboran trabajos más finos. Los conocimientos de estos trabajos pasaban de madres a hijas, el aprendizaje de las niñas en estas labores comenzaba entre los ocho y los diez años.
Para la confección de la empleita se preparaban las hojas de palma en finas tiras, separadas en manojos de palma blanca y de palma verde, y se alternaba el trenzado de unas hojas con otras en número impar (tres, cinco, siete, nueve, once y trece), entretejiendo por lo general en forma de diagonal. Las hojas de palma se humedecían en agua previamente para ablandarlas y poderlas trabajar mejor. Después se cosían para formar una pieza, empleando para ello las estillas de la palma como medio de costura.
– Esteras, formadas por varias empleitas, que se usaron para proteger los suelos de las viviendas, como alfombras delante de las camas y como lechos en el suelo en aquellas viviendas que no tenían enlosado. Estas esteras también se utilizaron para conservar algunos alimentos como los higos pasados, las porretas (que se hacen secando los tunos), y para el embalado del pescado salado.
– Bolsos: Se realizaron diferentes modelos de bolsos según la época.
– Sombreros: entre los que pueden encontrarse numerosas variedades destinadas a la protección solar del campesino.
También se fabricaron costureros, juguetes…
Para la realización del trabajo las estereras, utilizaban herramientas bastante comunes.
- Tijera, hachas, cuchillos y picaderos ,para cortar y limpiar.
- Aguja, tanto de metal como de madera de tea, para coser y separar las hojas en tiras más estrechas.
- Mazo de madera o un callao de forma redondeada totalmente pulida, para planchar y dar forma a la empleita.
Los hombres, por lo general, se dedicaban a la elaboración de escobas, al trabajo de la palma en verde, y a la elaboración de diferentes útiles de la casa o relacionados con el ganado, entre los que se encontraban:
– Tomizas, son cordeles que procedían del torcido de dos tiras de palma. Se usaron para diferentes aplicaciones, destacando el atado de las cabras con tomizas mojadas con orín de vaca, de esta forma se evitaba que el animal terminara comiéndosela.
– Serones, son cestos destinados al transporte de mercancías. Se adaptaban a la grupa del animal formando dos cestos a ambos lados de su lomo. Los serones se usaron para acarrear desde fruta hasta tierra y, con frecuencia, para llevar a niños pequeños.
– Gena o serones de pescar, son recipientes de fondo rectangular, con paredes rectas a modo de bolso y la boca ovalada. Están provistos de dos asas en las paredes para colgar a la espalda. Se utilizan para portar los útiles de pesca y el pescado.