Espino Marino (Lycium intricatum)
El espino marino es un arbusto espinoso que puede llegar hasta los 2 metros de altura y que posee numerosas ramas arqueadas, intrincadas y espinosas como bien sugiere su nombre latino “intricatum” (intricado, tortuoso). Su forma se debe a su adaptación a las zonas muy expuestas al viento.
El espino marino se localiza en áreas con clara influencia marina, en taludes, roquedos, pedregales, arenales, terrenos salinos, y suelos calizos. El espino marino está muy presente en comunidades propias del matorral nitrófilo árido, junto con la rama (Salsola vermiculata), la aulaga (Launaea arborescens), la esparraguera majorera etc…
Sus hojas y brotes tiernos se han utilizado en medicina popular para las afecciones de las vías respiratorias y como diurético.
En Canarias el conducto central de los troncos secos de esta planta se vaciaba, quedando como tubos rectos que se usaban para hacer caños de cachimbas (pipa de fumar). También se han usado en los hornos domésticos de leña por su gran poder calorífico.
Descripción:
Sus hojas son carnosas oblanceoladas, de color verde grisáceo o verde azulado, casi carentes de pecíolo. Son fasciculadas sobre braquiblastos cortos, en disposición alterna de los brotes jóvenes de las ramas.
Los frutos son unas pequeñas bayas subglobosas y carnosas de color rojo-anaranjado.
Sus flores solitarias o a veces en grupos de 2-3, asemejan a una diminuta trompeta. Son actinomorfas, hermafroditas, pentámeras y pediceladas. Los lóbulos de la flor miden entre 2-3 mm y posee un cáliz que mide en torno a 1,5 milímetros, que es campanulado con 5 dientes pequeños. La corola del espino es de color violáceo, morado, llegando a veces a ser rosadas y blanquecinas. Los 5 filamentos de los estambres son lampiños, insertos en la mitad inferior del tubo de la corola, con filamentos glabros y anteras ovoides y no son convergentes. Florecen a principios de la primavera.
En un paseo por los barrancos del Valle de Tarajalejo he observado, por primera vez, las flores del espino marino. Verlas me ha alegrado. Siempre consideré a estos matos seres ariscos, duros. Verlos hoy así, tan sencillamente adornados, ha cambiado mi manera de mirarlos. Un poco de lluvia o de rocío a tiempo, tres florecillas violeta, a veces es mucho, al menos suficiente. Gracias por vuestra información sobre la flora y fauna de la isla.