
Fuerteventura siempre estuvo en el punto de mira de piratas y corsarios. La isla sufrió sus ataques durante siglos.
Recordemos que hasta mediados del siglo XVIII no existió ninguna fortificación en Fuerteventura que defendiese la isla de los ataques de piratas berberiscos, británicos y franceses. Las atalayas de vigilancia que jalonaban la costa majorera no servían de mucho y la fortaleza pensada por Torriani en Betancuria no se llegó a materializar.
Con la erección de la Torre del Tostón en El Cotillo y la de San Buenaventura en Caleta de Fuste, se frenó buena parte de los actos de abordaje y pillería sobre los barcos en las costas de Fuerteventura. Pero siguió habiendo algunos ataques. Es más, los comerciantes que llegaban a la isla para cargar barrilla se asombraban de que no hubiera ningún tipo de edificación defensiva en Puerto Cabras.
Las autoridades militares, a comienzos del siglo XIX, barajaron la posibilidad de edificar un fortín en Puerto Cabras, provisto de artillería que, ahuyentara a los pocos corsarios que todavía surcaban las aguas majoreras. Sin embargo, este proyecto tampoco llegó a realizarse debido a su elevado presupuesto.
Si el fortín de Puerto Cabras se hubiera levantado quizás habría evitado el último ataque corsario en las costas majoreras, acaecido en el verano de 1817.
El último ataque corsario en Fuerteventura
Cada verano y durante más de medio siglo, en las efemérides de los periódicos de la época aparecía la siguiente reseña, escrita por Ramón Castañeyra:

En 1817 alteró Ia tranquilidad de Puerto Cabras la presencia de un barco insurgente. Se reunieron los vecinos y acordaron dar conocimiento a los lugares inmediatos. Acudieron los alcaldes de Casillas del Ángel, Vega de Tetir y auxiliados por el sargento Bernardino Alfaro, opusieron enérgica resistencia contestando con descargas de fusilería a las de artillerías del corsario. Los niños, las mujeres y los ancianos, unos se guarecieron en la costa, otros se refugiaron en el Barranco del Pilón, recibiendo los hombres útiles la orden de defensa.
El Capitán del bergantín “Vencedor”, así se llamaba el barco , al llegar abordo Ia visita de la sanidad, se apoderó de ella, a excepción de dos individuos que hizo regresar a tierra con instrucciones de llevar 10 carneros y 20 sacos de patatas, apercibiéndoles que, de no efectuarlo arrasaría la población.
Al día siguiente viendo la petición desatendida, se acercó el buque y disparó 40 descargas de bala y metralla, ocasionando desperfectos en algunas casas. El vecindario permaneció a la defensiva, y los del bergantín sin atreverse a saltar se hicieron a la vela, amarraron, por la popa, dos lanchones que estaban en la bahía, pusieron en cada uno un barril de alquitrán encendido, y los de Sanidad los echaron en Puerto Lajas.
¿De dónde venía y por qué estaba allí el bergantín “Vencedor”?
El bergantín insurgente “Vencedor” capitaneado por el corsario Juan Dieter venía de Colombia.
El contexto histórico de este ataque hay que enmarcarlo dentro del movimiento para la emancipación definitiva de las colonias americanas de España.
Tras la expulsión de las tropas francesas en 1810 surgieron voces en Hispanoamérica que abogaban por la independencia.
Como forma de dañar el comercio español, y ocasionar pérdidas militares a la Corona, los países sudamericanos otorgaban patentes de corso a aventureros experimentados en las lides del mar. De esta forma, contrarrestaban su carencia de recursos para adquirir buques que hicieran frente a las naves de Fernando VII, para lo que contaban con el apoyo de armadores decididos a obtener cuantiosos beneficios económicos mediante la venta de las presas que obtuvieran.

Corsarios hispanoamericanos al servicio del Gobierno de las Provincias Unidas, que poco más tarde se convertirían en los nuevos Estados de Argentina, Colombia, Venezuela, Perú, etc, merodearon por aguas del archipielago canario, Cabo Verde, Madeira y Cádiz, atacando barcos españoles y poniendo en jaque la economía exterior de nuestro país. Este acoso y derribo de los corsarios sobre los navíos españoles duró hasta 1826, llegando en varias ocasiones a tomar tierra.
Con estas acciones consiguieron impedir la llegada de tropas al continente americano, así como dificultar la llegada de suministros, y la exportación de cientos de buques cargados con materias primas hacia el viejo continente.
Además, los corsarios insurgentes actuaban como avanzadilla y espías, enviando, puntualmente, a las autoridades independentistas información de los barcos que transitaban por el Atlántico. Uno de los objetivos principales de los corsarios cuando capturaban un barco era la correspondencia, pues en ellos había mucha información sensible.
El escurridizo bergantín Vencedor, actuó tanto en aguas Canarias como en el Golfo de Cádiz. Contaba con una tripulación de 150 hombres y estaba provisto de 12 obuses del calibre 24.
En el diario de las Cortes de Cádiz de 1821 queda registrado:

Se ha presentado el capitán de la goleta española Centella, D. Pedro Taboada, que salió de Puerto-rico el 29 de diciembre último, con carga de cacao y café, 15 marineros y 9 pasajeros, en 32 días de navegación ; y a la vista de este puerto, distancia como tres millas fue apresado por el bergantín insurgente Vencedor, con bandera de Margarita, su capitán D. Juan Dieter, con 150 hombres de tripulación y 12 obuses de 24, el cual echó cuatro botes al agua y lo abordó trasbordándolos después a un pescador que los condujo a este puerto.
El ataque de los corsarios en aguas españolas, a las órdenes de los insurgentes hispanos, cesó en el verano de 1826.
Habia leido varias veces sobre este ultimo ataque piratico con anterioridad pero, desde luego, nunca de forma tan detallada como tu lo presentas. Gracias!