El calado – Oficios en tradicionales en Fuerteventura.
Los oficios tradicionales son una expresión de la cultura de un pueblo, fueron esencia de la vida cotidiana de nuestros antepasados durante siglos. El calado, la cestería, la alfarería, la forja, el bordado, la carpintería tradicional, la talla de madera, telar... son actividades tradicionales que constituyen un valioso patrimonio de la identidad del pueblo majorero, y cuyo abandono constituiría la pérdida de un extenso conocimiento ancestral.
En Fuerteventura se conservan hoy en día algunos de estos oficios de la mano de artesanos que realizan su trabajo de manera tradicional.
Al igual que en las otras islas Canarias, el calado es una de las actividades artesanales más arraigadas en Fuerteventura, donde existe una variedad propia conocida como el redondillo majorero. Caladoras como María del Carmen Cabrera Betancor, autora de dos libros sobre el Calado de Fuerteventura en 2001 y 2012, María Teresa Alberto Cabrera y María Isabel Hernández Robaina, entre otras, han dado un gran impulso a la recuperación de este oficio en la isla.
El calado llegó a la isla con posterioridad a la conquista y, desde el siglo XIX hasta la primera mitad del XX, constituyó una pequeña industria de ámbito doméstico que se desarrolló exclusivamente por mujeres, y que supuso bastante mano de obra especialmente en las zonas rurales. Con el comienzo de la comercialización de productos orientales, que imitan el calado canario y, que se venden a un precio mucho menor, este mercado decayó enormemente.
Durante años el trabajo de las caladoras sirvió como fuente de ingresos familiar, se comercializaba con las labores e incluso se exportaban a la península y a algunos países europeos, fundamentalmente Inglaterra.
El bastidor estaba ubicado en alguna de las dependencias de la casa, de esta forma las mujeres realizaban sus labores de manera complementaria a las otras tareas del hogar. El calado se empleaba para elaborar chales, velos de novia, pañuelos, como ajuar, o ropa de casa, se confeccionaban juegos de sábanas, manteles, cojines, tapices, toallas, colchas, cortinas…, también diferentes piezas de los trajes tradicionales como las puntas de la enagua o las blusas.
La técnica del calado consiste en deshilar el tejido formando así diversos y complicados dibujos sobre la trama del mismo. Estos dibujos están inspirados unas veces en la flora, otras en motivos arquitectónicos, creando un diseño con hermosas formas.
La elaboración del calado comienza con el marcado de la pieza, tanto en vertical como en horizontal, puntillo para que al deshilar la tela no se deforme, deshilar o sacar las hebras en función del diseño a calar y montar la tela en el bastidor, dejándola tensa para evitar que se deforme. La caladora no debe verse obligada a sujetar la tela, para eso el bastidor debe estar apoyado de forma estable. El siguiente paso es el calado propiamente dicho, que consiste en ir atando las hebras sueltas que quedan del deshilado e ir adornando los espacios vacíos con una gran variedad de dibujos.
Cuando el trabajo se ha terminado se pasa a rematar todo el borde de la pieza con un festón, se lava en el telar y se seca al sol. Por último se recorta el festón y se plancha la pieza terminada.