
El otro día, cuando hablamos de la pista de tierra que une Matas Blancas con Pecenescal, el denominado “Camino de los presos”, comentamos que, esta pista se arregló, tal y como la conocemos hoy, gracias a las expediciones científicas que llegaron a nuestra isla, para observar el eclipse total de sol de 1959.
Hoy os contamos cómo se desarrolló dicho evento astronómico en Fuerteventura.
Eclipse total de sol del 2 de octubre 1959
A estas alturas, a pocos se os escapa que un eclipse de sol se produce cuando la Luna se interpone entre el Sol y la Tierra, tapando al astro rey total o parcialmente. Estos eclipses son muy predecibles y siempre han causado gran expectación. La verdad, es que, no serían tan espectaculares sino fuera por una casualidad cósmica: A groso modo, diríamos que, la Luna es 400 veces más pequeña que el Sol, pero, el satélite terrestre se encuentra 400 veces más cerca de la Tierra que el Sol, por tanto, el tamaño aparente de ambos cuerpos vistos desde la Tierra es casi el mismo.
Los eclipses totales de sol son visibles solo desde una pequeñísima franja de apenas unos 100 km de ancho. En 1959 nos tocó a nosotros ser los afortunados.

El hecho de que estuvieran muy recientes las leyes einstenianas, así como diversos avances tecnológicos (rayos X, espectografía, infrarrojos, etc.) originó que cada eclipse de sol se tomara como un acontecimiento único.
Fuerteventura y, en especial, la zona comprendida entre Gran Tarajal y la punta de Jandía se convirtió en la protagonista científica durante más de un año. Este espacio sería el propicio para estudiar y contemplar el eclipse de sol del 2 de octubre de 1959. Un año antes diferentes grupos científicos ya estaban pidiendo permiso para ver el eclipse de sol desde Gran Tarajal.
En septiembre de 1958 se pudo leer en la prensa.

Vuelve nuestra provincia a ocupar la atención científica mundial. Esta vez será al N. O. de Gran Tarajal, en la isla de Fuerteventura, donde sabios de todos los países estudiarán el 2 de octubre de 1959 un eclipse solar.
—¿Por qué exactamente al N. O. de Gran Tarajal? -preguntamos.
—El informe del profesor Von Kluber, de la Universidad de Cambridge, señaló este lugar como el sitio más apropiado para observar este fenómeno con las máximas ventajas. Y así todos los centros y los sabios del mundo interesados en el mismo ya han tomado sus medidas con la debida antelación, para venir a Canarias en octubre del próximo año.
Ya en esas fechas, pero un año antes, se reservaron 100 plazas alojativas solo para científicos suizos. Y eso que apenas había, en la isla, hoteles donde pernoctar.
En enero de 1959 se formó una comisión para organizar tanto el traslado de los aparatos científicos como el acondicionamiento de diversas infraestructuras. Fue, y me atrevería a decir, que sigue siendo el mayor evento científico que se ha dado en nuestra isla.
El movimiento de personas, mercancías e instalaciones tuvo que ser algo parecido al que se formó, en 2014, cuando vino Ridley Scott a rodar Exodus.
El faro de la punta de Jandía sería el enclave elegido para observar el eclipse de sol de 1959.

Se invirtió mucho dinero para acondicionar nuestra isla. Entre las mejoras que se hicieron destacamos:
- Se habilitó el puerto de Gran Tarajal para el tránsito de pasajeros.
- Se acondicionaron las vías que comunicaban Matas Blancas con el Faro de Jandía, en varias etapas. Una desde Matas Blancas – Pecenescal, y la otra Morro Jable – Faro de Jandía.
- Se levantaron barracones.
- Se instaló luz eléctrica, y agua corriente para el aseo, en los barracones.
- Se instalaron antenas de radio y tv.
- Se construyó hasta un restaurante: el “Morro”
Los americanos enviaron 5 grupos de científicos a observar el eclipse: tres de ellos irían a Canarias, otro grupo se desplazaría al Sahara y el último lo estudiaría desde Estados Unidos.
Aunque, en 1959, ya había vuelos de la compañía Iberia con destino a Fuerteventura, la mayoría de las expediciones que venían a ver el eclipse de sol lo hacían en barco. Unos pocos, como los alemanes, en el vapor “Gomera”, con escala en Lanzarote. Desde la isla de los volcanes subían a otro barco que los llevaría a Puerto del Rosario, y desde allí trasponían, por carretera, hasta Gran Tarajal. Sin embargo, la mayoría preferían un viaje más largo en barco, en el Correillo “Viera y Clavijo” que los acercaba directamente a Gran Tarajal.

Los norteamericanos fueron los primeros científicos en llegar a Fuerteventura, un mes antes del evento astronómico. Estaban a las órdenes de Richard Hansen y traían consigo un importante volumen de aparatos, trasladados hasta Canarias desde la base americana de Wiesbaden (en Alemania). Entre los grandes instrumentos norteamericanos había una cámara fotográfica capaz de obtener 600 imágenes por segundo, toda una proeza para la época.
Posteriormente, fueron llegando, a cuenta gotas, cientos de astrónomos, físicos e ingenieros procedentes de Reino Unido, Holanda, Portugal, Alemania…Españoles también había ¡eh!. Entre ellos Enrique Gullón, subdirector del Observatorio Astronómico de Madrid y Rafael Carrasco, jefe de la expedición científica española.
Pero no solo científicos vinieron a la Punta de Jandía a ver el eclipse de sol. El Delegado del Gobierno, alcaldes, famosos, e incluso Don Manuel de Girona, Marqués de Santa Coloma y propietario de la Dehesa de Jandía también se acercó hasta Fuerteventura. Y como no, Gustav Winter.

Fuerteventura se convirtió, por unos días, en protagonista internacional. Tanto la TVE como la Televisión alemana, a las órdenes de Peter G. Westpbral, informaron de todo lo acontecido en la isla.
Los alemanes, instalaron cámaras de televisión en todos los puntos donde había algún grupo de científicos.
El eclipse estaba previsto para las 11:42
Frente a Morro Jable habían fondeado, el 2 de octubre, multitud de barquillos llegados desde Gran Canaria y otros puntos de Fuerteventura. Sin embargo, la sensación del lugar. fue el cañonero “Vasco Núñez de Balboa”, con sus 95,21 metros de eslora, 12,15 metros de manga y 3,78 de calado.
La radiante luz azul de Fuerteventura, que hasta el 1 de octubre había reinado en la isla, esa mañana, se tornó gris. Se nubló por completo impidiendo la observación del eclipse de sol.

Los científicos estaban ojipláticos, decepcionados, algunos incluso lloraban de impotencia, no se lo podían creer. ¡Tanto trabajo para nada!.
Cada país había invertido una enorme cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero. Por ejemplo, la inversión de Estados Unidos, solo para ir a Fuerteventura superaba con creces los 20.000.000 de pesetas.
De los diferentes grupos de trabajo apostados en el Faro de la Punta de Jandía, Morro Jable, Gran Tarajal y Tarajalejo, solo tuvo suerte el equipo holandés, instalado en Tarajalejo. Ellos fueron los únicos que consiguieron fotografiar la corona solar y tomar unas 200 imágenes del efímero instante.
Tanto en Tenerife como en Gran Canaria pudo contemplarse el eclipse de sol bastante bien, sin nubes. El fenómeno astronómico también fue seguido, desde el aire, por un reactor norteamericano modelo F-101, que despegó del aeropuerto de los Rodeos.