
Hace poco más de una década que se descubrió, de manera fortuita, uno de los yacimientos arqueológicos más significativos de Canarias, nos referimos a un taller de púrpura getúlica o púrpura de Tiro que instalaron los romanos en el islote de Lobos.
Antes de describir como es este yacimiento arqueológico te contaremos, a grosso modo, que es la púrpura getúlica y la importancia que tuvo en la antigüedad.
La púrpura getúlica es un tinte de color violáceo intenso, destinado a la industria textil. Era muy cotizado en la antigüedad. En el siglo I de nuestra era, una libra de púrpura valía 675 gr. de oro. Pero en época del emperador Justiniano la libra de púrpura se pagaba a 1 kg y 310 gr. de oro.
Todo aquello que llevaba púrpura se convirtió en un signo distintivo de riqueza y de una alta posición social. Su importancia radicaba, fundamentalmente, en su durabilidad. Aquello que se tintaba con púrpura getúlica permanecía con un brillo nítido y resplandeciente mucho tiempo. Hay relatos de Plutarco en los que cuenta que habían vestidos, con más de doscientos años de antigüedad, que todavía conservaban su color púrpura intacto.

Los fenicios, en el siglo IX antes de nuestra era, buscaron incansablemente lugares donde se fabricaba el tinte púrpura. Esto les llevó a navegar por todo el Mediterráneo, la costa occidental de África y las islas cercanas, Canarias incluida.
La púrpura getúlica se extraía de ciertos moluscos gasterópodos, principalmente del Hexaplex duplex, Hexaplex trunculus, Bolinus brandaris, y Stramonita haemastoma. A los cuatro se les suele llamar indistintamente cañailla.

Los Hexaplex trunculus, y Bolinus brandaris son los muricidae más abundantes en el Mediterráneo. Éstos habitan en los fondos pedregosos con arena, en profundidades que van de los 1,5 metros a los 12 metros.
La Stramonita haemastoma y el Hexaplex duplex son las especies de muricidae más numerosas en Canarias. Se puede encontrar en los fondos rocosos.
Estos moluscos muricidae cuentan con una glándula hipobranquial que, una vez pasada por un largo y complejo procesado se convierte en el cotizado tinte púrpura.
La romanización de Mauritania llevó aparejada la expansión del imperio romano hacia las costas Canarias. Los romanos implantaron varias industrias y pesquerías en algunas de islas de nuestro archipiélago. En el islote de Lobos instalaron, entre el siglo I antes de nuestra era y el siglo primero de nuestra era, un taller para la fabricación de la púrpura getúlica.
Para instalar un taller de púrpura se tienen que dar varias circunstancias. Una de ellas, y la más importante, es que la zona cuente con una abundancia extrema de este tipo de moluscos gasterópodos. De cada molusco se extrae una gota de tinte. Así que, se necesitarían siete mil ejemplares para conseguir un litro de tinte púrpura. Para que la expedición fuese rentable, en cada temporada se podrían procesar varias decenas de miles de Stramonita haemastoma.
La segunda condición era que el lugar debía ser una bahía, una rasa marina casi cerrada, al resguardo de vientos y mareas. Este tipo de bahía servía, además, cómo vivero de moluscos y peces.
La playa de la Concha en el islote de Lobos cumple perfectamente con esas condiciones. Ahora bien, los investigadores piensan que el taller de púrpura del islote de Lobos no fue el único de Canarias. Tuvo que haber algunos más. En Fuerteventura posiblemente hubiera una explotación de púrpura en Agua Ovejas, al sur de la isla, y en Pozo Negro.
Los murilegulis o conchylioleguli eran las personas especializadas en la elaboración del tinte púrpura. Eran un tipo de funcionario que desarrollaban sus servicios en los talleres imperiales de tintura del Estado.
La profesión de murileguli era a perpetuidad y los hijos de estos también estaban obligados a serlo. No se podía dejar la profesión de murileguli sin una autorización del “Comes Sacrarum Largitionum” (Administrador de las sagradas liberalidades del emperador).

En el caso de tener el permiso para dejar la profesión estaban obligados a proporcionar un sustituto idóneo, y a dejar a sus descendientes y bienes en la corporación.
Los Comes Sacrarum Largitionum eran los responsables del reclutamiento de los trabajadores, también de la cantidad y calidad de los productos que debían entregarse al Tesoro, de tal manera que las negligencias o abusos de aquéllos podían ser castigadas con la pena de muerte.
Para comenzar la elaboración del tinte, primero había que capturar un número importante de murícidos, normalmente miles de ejemplares. Se capturaban con nasas. Los moluscos eran depositados, en un primer momento, en la bahía de la playa de la Concha.
Una vez que se tenían muchos moluscos se sacaban del mar y se llevaban al taller. Allí los murilegulis fracturaban los moluscos. Para ello utilizaban dos piedras, una piedra más o menos plana servía para colocar el murícido boca abajo. La otra piedra servía de martillo, con ella se golpeaba el molusco hasta romperlo y poder extraer la glándula hipobranquial.
Cuando se tenía un buen monto de glándulas se ponían a macerar con sal, en calderos de plomo durante tres días. Después se filtraban y se ponían a hervir, a fuego lento, durante una semana. Para conseguir el tinte había que añadirle diversas sustancias alcalinas como potasa, orines, cal, algas, etc.
Los recipientes no podían ser de hierro ni cobre, porque sino se oxidaba y se echaba perder el tinte.
Los murilegulis llegaban en barco a las costas canarias a principios de cada primavera y se marchaban en octubre. Eran, por tanto, establecimientos temporales.
Gracias a las cerámicas encontradas, en el yacimiento del islote de Lobos, los investigadores creen que los romanos que llegaron a Lobos salían de la costa de Cádiz, y probablemente fuesen reclutados en la franja que va desde Cádiz a Sevilla.
Consigo traían todo lo necesario para pasar 6 meses en el pequeño islote. En sus barcazas iban desde las herramientas imprescindibles para realizar su oficio, hasta redes de pesca, anzuelos, menaje, alimentos, vino, garum y los condimentos necesarios para pasar una larga estancia.
También embarcaban animales domésticos como gallinas y cabras que quedaban en régimen de semilibertad en el islote.
El taller de púrpura se sitúa justo a escasos metros de la orilla de la playa de la Concha, en el islote de Lobos.
El yacimiento tiene una extensión de poco más de 500 metros cuadrados. Está formado por 6 concheros monogénicos, en los que más del 95 % de la malocafauna corresponde a murícidos de las especies Stramonita haemastoma y Hexaplex duplex. Asociado a los concheros se encuentran diversas estructuras murarias, en forma de L, que formaron parte de espacios multifuncionales.
A cierta distancia pero cerca del taller de púrpura debía de estar la zona residencial.
Este taller de púrpura no es el único yacimiento del islote. Se han encontrado, por lo menos, dos talleres más en la costa suroeste de Lobos. Uno de estos talleres contaría con una estructura turriforme asociada, que podía ser perfectamente un faro.
Si quieres ver algunos de los elementos de este interesante yacimiento acércate al Museo Arqueológico de Fuerteventura.